Escinéfilo

A veces este país te da sorpresas. Por ejemplo despertarte con la noticia de que uno de los cineastas que más admiras y respetas, un tipo que no tiene pelos en la lengua a la hora de mostrar las «lindezas» del ser humano en todas sus películas, que lo hace con una precisión de cirujano y una humildad de artista inteligente, pues bien, que a ese señor llamado Michael Haneke, de más de 70 años, le acaban de conceder el Premio Príncipe de Asturias de las Artes.

Decía en el titular que es inesperado porque justamente su cine ha removido conciencias y estómagos, socavando los cimientos de la misma burguesía que ese premio representa y porque muchas veces ha sido tachado de pornógrafo de la violencia del alma. Un título que, en su caso, más que un insulto resulta una alabanza.

Inesperado también porque Haneke era –para el gran público– un completo desconocido hasta que las cinco candidaturas al Oscar  2013 por Amour –Mejor Director, Película, Guión, Actriz Protagonista y Película no inglesa–le colocaron a los pies de la alfombra roja hollywodiense de la que finalmente sólo consiguió arrancar el Oscar a la Película en Habla No Inglesa. Hay quienes dicen que su trabajo se ha «dulcificado» (extraño adjetivo para aplicar a su cine, ni siquiera al más reciente). Y tras este premio seguro que los más radicales –y menos inteligentes– le culparán de haberse integrado y abandonar la marginación del cine de culto. La realidad es que la trayectoria artística, ideológica e intelectual de su cine es impecable.

Haneke recibe ahora un premio que también han ganado otros tipos –si me permiten el coloquialismo– a quienes también admiro como son por ejemplo Woody Allen, Ricardo Muti, Bob Dylan, Paco de Lucía, Vittorio Gassman, Luis G. Berlanga, Fernando Fernán Gómez o Sebastiao Salgado (sí, también sé que este premio se lo llevó un tal Santiago Calatrava, pero esa es otra historia).  Lo dicho, una buena noticia. Y si queréis leer más cosas, haced un click sobre los enlaces: sobre Haneke y Amour, la película con la que ganó el Oscar, o sobre Haneke y Funny Games, mi película favorita.

Nota importante para periodistas: es austriaco-alemán, así que su nombre se pronuncia MIHAEL, no MAIKEL.