No es una de las películas más populares del maestro del suspense, pero sí una de las que conserva intactas todas sus señas y, tal vez, la primera en la que se puso de manifiesto el famoso mcguffin. De hecho, Hitchcock repite en ella un argumento similar al de El hombre que sabía demasiado, su anterior trabajo. Incluso, años después, ya en Hollywood, la volvería a rehacer, esta vez sin tapujos, bajo el mismo título pero envuelta en un producto mucho más comercial gracias, sobre todo, a la presencia de dos estrellas como Doris Day –extraña en su filmografía– y James Stewart. Aunque con quienes guarda más similitudes es quizá con Sabotaje (la de 1942), con Con la muerte en los talones y, a más distancia, con Falso culpable. Lo que da idea de cómo el maestro era capaz de hacer películas diferentes con argumentos similares. En este caso, con una de las obsesiones más redundantes en su cine, la del inocente acusado falsamente.
De Los 39 escalones se hicieron otros tres remakes más (uno para televisión), pero ninguno alcanzó la popularidad –ni la calidad– del primero. Las razones son obvias. Hitchcock lo contó mejor y en menos tiempo. 86 minutos para ser exactos. Todo un preludio de su siguiente trabajo, otra pequeña joya llamada El agente secreto y protagonizada también por Madeleine Carroll.
Os dejo un enlace para disfrutar de ella. Y a los que dispongáis de la edición coleccionista, DVD, Blue Ray o lo que sea, espero que os entren las ganas de verla. Atención, como de costumbre, al clásico cameo del director.