Conocí a Alberto Rodríguez cuando él y Santi Amodeo –ambos directores– vinieron a Madrid a presentar El factor Pilgrim, su primer largometraje, una original comedia rodada con los medios justos y con un elenco sacado de un chiste internacional: un italiano, un inglés, un holandés y un español que comparten piso en Londres se encuentran, por casualidad, con una posible grabación perdida de Los Beatles.
Su carrera, ya en solitario, le ha convertido en un director preocupado por las desgracias y derrotas del ser humano, gracias a pocos pero muy bien escogidos trabajos. De ellos, el último, Grupo 7, sin duda el mejor, el más complejo, el mejor realizado y el que mejores resultados ha obtenido de crítica y público. Y si no ha podido demostrar más veces su talento me atrevo a decir que no ha sido por ganas, sino más bien por falta de dinero: la misma razón por la que nuestros mejores cineastas –y otros muchos– se tienen buscar las castañas fuera de España.
La isla mínima, de la que ya podemos ver el primer trailer, se estrenará en otoño y, aunque todavía queda mucho, ya intuimos que puede convertirse en una de las películas del año. Por intenciones, por argumento –con guión de Rafael Cobos y el propio Alberto Rodríguez– y por el trabajo de un equipo, encabezado por sus protagonistas, Raúl Arévalo, Javier Güitérrez y Antonio de la Torre. En ella, dos policías de homicidios de Madrid, ideológicamente opuestos, son expedientados y castigados a desplazarse a un remoto y olvidado pueblo de las marismas del Guadalquivir a investigar la desaparición de dos chicas adolescentes durante sus fiestas. Juntos, deberán superar sus diferencias y descubrir al asesino en una comunidad anclada en el pasado.
La película se ha rodado casi en su totalidad en las marismas del Guadalquivir: horizontes infinitos, zonas desérticas, húmedos arrozales, el río y los pantanos tornan el lugar y el paisaje en un protagonista más de esta película.
Sí, lo sé. Y después de ver el trailer, todavía más: huele a True Detective por todas partes. Pero eso es bueno. Primero porque cuando Alberto Rodríguez puso en marcha el proyecto, la serie de HBO no se había ni medio estrenado. Lo que supone que las buenas ideas no sólo provienen de Hollywood. La isla mínima es su sexto trabajo. Ojalá no sea el último.