Creer que el marchamo «basado en hechos reales» es garantía de algo, es pecar de cinéfilo ingenuo. Everest, un espectáculo rodado con el objetivo de emocionar, se nos presenta en una tesitura similar al Viven de Frank Marshall, con sutiles diferencias: como por ejemplo que el caso de los supervivientes de la denominada «tragedia de los Andes», por fortuna y , quizá, también por desgracia, es muchísimo más conocido y su historia llegó muchísimo más lejos.
Baltasar Kormakur, un prometedor director islandés, ha realizado por encargo, esta aproximación a la historia real de varios alpinistas que se jugaron la vida intentando escalar una de las montañas más peligrosas del mundo. Kormaku, que ha cimentado su éxito en Reykjavik Rotterdam una magnífica historia, tensa, humana y vibrante, rodada con actores locales –él mismo, sin ir más lejos, como protagonista de su propia obra– a la que el propio Hollywood se encargó de versionear –con Mark Whalberg como protagonista y con el título de Contraband– parece salir peor parado de un filme cuyo protagonista absoluto es la montaña. El Everest, es el malo, y también el bueno, de esta historia: el enemigo a batir, protagonista y antagonista. Por desgracia, ni siquiera el prólogo –de casi una hora de duración– en el que guionista y director intentan imbuirnos el espíritu y la experiencia de un grupo de alpinistas abocados a una escalada singular, ni unos personajes fríos y casi asépticos –a los que no salvan el buen hacer de un magnífico elenco–, consiguen que el espectador sienta atisbos de empatía. Sí consigue en cambio que la tensión esté presente en cada fotograma, en cada secuencia, gracias a un rodaje verosímil lleno de recursos estilísticos y a la pericia de una fotografía, auténtica obra maestra del filme. Si a esa realización le hubiese acompañado una banda sonora a la altura, seguro que todos los defectos emotivos de los personajes podría pasar un poquito, sólo un poquito, desapercibidos. La realidad es que a pesar de la tensión de las secuencias, a pesar de saber que lo que estamos viendo –al menos una buena parte de ello– sucedió tal y como nos describen, la película pasa a formar parte de esas historias que se pueden ver sin que nos planteemos absolutamente nada más allá de la tensión de las propias secuencias y, en ciertos momentos, el miedo a caer en el abismo de la montaña. Que sí, que da miedo, pero algunos creemos que el cine debe ser algo más, ¿no os parece?
Everest se ha estrenado el 14 de septiembre de 2015.