No puedo –ni quiero– escribir mucho sobre una película que me ha decepcionado. No porque sea aburrida, tediosa o simplemente pésima. Que no lo es. Sino más bien porque no está a la altura que uno espera del director que hace unos meses nos emocionaba con El puente de los espías.
Mi amigo el gigante sabe a obra menor, a un Steven Spielberg encargado simplemente de la producción –que no es poco– y que no termina de cuajar un guión acorde con las expectativas del libro de Roald Dahl en el que se basa. Nada que objetar a la parte técnica y a la brillantez de su realización. Y seguramente la película tocará corazones y entretendrá a una gran parte del público. Pero, como me ha sucedido a mi, quedará arrinconada en el cajón del olvido en menos de una semana.
Mi amigo el gigante se estrena el 8 de julio de 2016.