No hay duda de que Bryan Cranston –Breaking Bad– es el actor de moda. Y lo más significativo es que pocas veces se ha dado que un actor consiga el estrellato gracias a la televisión. Hugh Laurie –House– y él son, tal vez, las raras excepciones –por ahora– de este fenómeno que ha consentido a grandes actores alcanzar papeles importantes en el cine de grandes presupuestos. Todo sin perder ni un ápice de su marca original.
Cranston esta vez ha optado por dar vida a un personaje real: Robert Mazur, un agente de Aduanas estadounidense que llegó más lejos de lo que nadie había llegado antes. Viviendo constantemente en la cuerda floja, se infiltró en el mayor cártel del mundo y descubrió hasta qué punto la influencia de aquella organización había calado en la sociedad. Mazur logró entrar con buen pie en el círculo de violencia y corrupción hasta encontrarse bajo el influjo y la protección de aquellos a los que había prometido matar.
Con la tensión que cabría esperar, el director, Brad Furman hace un trabajo de oficio, utilizando como materia prima las experiencias reales narradas por el propio Mazur en su libro The Infiltrator. Con ellas consigue un relato verosímil, seguramente fiel, y con muy poco espacio para la superficialidad y la espectacularidad. Hay ciertas reminiscencias a otros trabajos de infiltrados ya sobradamente conocidos como Donnie Brasco, más por argumento –ambas se centran en personajes infiltrados– que por narrativa y estilo.
La película de Furman es sobria y sin rodeos. Va al grano, a lo que de verdad interesa de la historia: el retrato de un caso concreto de investigación e infiltración. Sólo algunos tópicos sobre el mundo de los cárteles colombianos y determinados tics, más por vistos que por inverosímiles, pueden lastrar en determinados momentos la narración. Entre lo mejor, en este caso, las interpretaciones de Cranston y de John Leguizamo, además de Diane Kruger y la española Elena Anaya. Menos brillante se nos antoja el trabajo de Ruben Ochandiano, quizá por presentar un personaje histrión y estereotipado en exceso.
La película se estrena el 16 diciembre en España, y sin ser probablemente la mejor en su género, sí consigue la tensión suficiente para mantener al espectador pendiente de las –peligrosas– aventuras del agente Mazur hasta el final.