¿Cómo habría sido E.T. si la hubiese dirigido Terrence Malick a partir de un guión de Carl Sagan? La respuesta podría ser precisamente este noveno largometraje del canadiense Denis Villeneuve: una historia críptica, misteriosa y aderezada con ese misticismo entre pagano y religioso que Malick ha convertido en sello cinematográfico.
Son muchos lo logros de Arrival. Desde la originalidad a la hora de enfocar el tema extraterrestre mezclando precisamente ese misticismo con la naturalidad doméstica de cómo sería enfrentarse al reto de comunicarse con una inteligencia de otro planeta. Recoge Villeneuve todo lo aprendido de los Encuentros en la tercera fase de Spielberg, o incluso de otros intentos fallidos –taquilleros pero superficiales– como Contact o Sphere, y llega a recordar en algunos momentos al Interestellar de Nolan. Pero Villeneuve, además de partir de la ficción especulativa creada por el autor chino-estadounidense Ted Chiang, tiene un arma que le confiere un valor especial y que se llama Amy Adams, probablemente lo mejor de la película, con un trabajo que no hace más que apostillar la brillante carrera de una de las mejores actrices de su generación.
Arrival no es espectacular, no tiene los destellos grandilocuentes de Nolan, ni la narrativa lineal de Spielberg. Y por supuesto, no resuelve ninguno de los problemas planteados por científicos o investigadores. Pero a cambio, aporta un enfoque distinto –el lenguaje como forma de compresión global–, tensión narrativa y una realización honesta.
Arrival, La llegada, se estrenó en España el 18 de noviembre de 2016.