James Ponsoldt y Dave Eggers, el primero como director, el segundo como guionista y autor de la novela, son los responsables de El Círculo, una película que nace como una terrible advertencia sobre los límites del poder que supone el acceso a la información y a la privacidad. Partiendo de la novela del propio Eggers, El Círculo relata el ascenso de una aspirante a trabajadora de una de las más importantes TIC –empresas especializadas en nuevas tecnologías relacionadas con la información–, que con el paso del tiempo –en la película muy poco– pasa de ser una novata ignorante a convertirse en la más avezada discípula del Zuckenberg-Jobs de turno.
Todo empieza suave, feliz, tamizado por una iluminación brillante y colorista, extraída de una fiesta de nubes y golosinas retratada en instantáneas de Polaroid. Es la calma antes de la tormenta, que parece predecir el peor de los desastres, una trágica distopia. Pero transcurrida casi hora y media de película descubrimos que aunque hemos asistido al uso y abuso gracias a esa poderosa arma llamada información, no hay ni rastro de tragedia, ni de desastre, ni de nada de nada. Porque todo queda diluido por una venganza simplista e inocente más digna de una serie del canal Disney que de una película de gran presupuesto protagonizada por Tom Hanks y Emma Watson.
No sé cómo será la novela de Eggers –no he tenido el placer–, pero la versión cinematográfica de El Círculo es una película que pasará sin pena ni gloria y que sólo servirá para llenar el bolsillo de actores y productores.
Una lástima que un argumento con un punto de partida tan apasionante, tan actual y tan realista quede sometido a la dinámica de un anuncio de móviles para millenials.
El Círculo se ha estrenado el 5 de mayo en España.