Luis Buñuel: el genio de Calanda

perro-andaluz-11Definir el cine de Luis Buñuel, es definir también con él a uno de los creadores cinematográficos más singulares e influyentes del siglo XX. Lejos de las intenciones de su padre, cuya intención era convertirle en un eficiente ingeniero agrónomo, Buñuel llegó a la Residencia de Estudiantes de Madrid. Allí, su encuentro con otros genios como Salvador Dalí, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Pepe Bello y Juan Ramón Jiménez, entre otros, cambiaría su vida. Pero fue sobre todo Ramón Gómez de la Serna, el literato surrealista, con el que intentaría varios proyectos, el que marcaría su destino como cineasta.

Tras haberse empapado de dadaísmo y el resto de vanguardias, viaja a París donde conoce a Louis Aragon y a Jean Epstein. Se lleva a Dalí a París y le convence para escribir, a dos manos, el guión de Un chien andalou, que por aquel entonces se había bautizado todavía como “El marista con la ballesta”, y también “Es peligroso asomarse a su interior”. Admirado ya por la intelectualidad francesa, la película le permite entablar amistad con surrealistas como André Bretón, Tristan Tzara o Magritte.

La película como manifiesto
Intentar describir Un perro andaluz (Luis Buñuel, 1929) es una tarea imposible, inútil y desde luego innecesaria a estas alturas. Se trata de un manifiesto surrealista en si mismo, y por lo tanto plagado de incoherencias y sin ninguna intencionalidad, excepto la de ser eso, un manifiesto.

Su fuerza radica en la sucesión de imágenes encadenadas, originadas, seguramente, según el automatismo mental de sus creadores. Aún así, es innegable no ver en ella retales de sus propias experiencias, que a la larga, nos encontraremos una y otra vez en la carrera de ambos genios. Entre ellas la educación marista (los dos curas atados a la cuerda de la que tira el hombre, el hombre de cara a la pared con los libros), la represión sexual (el hombre que se siente excitado al ver un accidente e intenta tocarle los pechos a la mujer), las hormigas en la mano (reflejo de la muerte).

Y así infinidad de detalles, tantos como los que contiene esta obra maestra del cine que ha sido “homenajeada” y admirada por todos los que viven y aman el séptimo arte.

Sus primeras imágenes, el hombre afilando una navaja –el propio Buñuel– con la que posteriormente seccionará el ojo de una mujer, es uno de los iconos cinematográficos, y visuales, más conocidos. En ella sí existe una clara intencionalidad que el propio Buñuel se ha molestado en detallar: “… para sumergir al espectador en un estado que permitiese la libre asociación de ideas era necesario producirle un choque traumático en el mismo comienzo del filme; por eso lo empezamos con el plano del ojo seccionado, muy eficaz”.

La película –de casi 22 minutos de duración– se estrenó un 6 de junio de 1929 en Le Studio des Ursulines de Paris, en un pase sólo para invitados. Y en Barcelona, en la sala Rialto un 24 de octubre de ese mismo año, 1929.

Tierra sin pan / Las Hurdes (Luis Buñuel, 1932), crónica de un escándalo.

Buñuel intentará repetir la experiencia de colaboración con el guión de La edad de oro, pero la presencia de un tercero en discordia, la mujer de Dali, Gala Elouard, impedirá que la experiencia fuese igual de fructífera. Así, el aragonés se encargará en solitario, del rodaje, algo que no será del agrado de Dalí lo que provocará un distanciamiento que aumentará con el tiempo.

La edad de oro se estrenó en noviembre de 1930 pero varios ataques de grupos de extrema derecha obligaron a las autoridades francesas a retirar la película y prohibir su exhibición– Buñuel viaja a Estados Unidos. Allí conoce a Chaplin y a Eiseinstein, entre otros, y es contratado por la Paramount para sincronizar películas en España. Más próximo de los comunistas que de los surrealistas, y financiado por Ramón Acín –gracias a un premio gordo de la lotería que le tocó al artista oscense en 1932– , el director rueda el que será considerado “mejor documental español”.

Inspirado por el antropólogo Maurice Legendre y su estudio Las Jurdes: étude de géographie humaine (1927), Buñuel rueda Terre sans pain, “ensayo de geografía humana”. El documental muestra con una crudeza desconocida entonces la situación de atraso y pobreza que presentaba una comarca, como dice el documental, “prácticamente desconocida incluso para los españoles”.

A su estreno, en diciembre de 1933, asistieron las autoridades de la Segunda República, entre ellas el doctor Gregorio Marañón, presidente del Patronato de las Hurdes, a quien no sentó nada bien el documental. La consecuencia inmediata fue su prohibición, culpando a la mala imagen que éste ofrecía de España. En 1936 Buñuel consiguió dinero de la Embajada de España en París para sonorizarla. Pero tampoco en el país galo supieron, o quisieron, entender el valor del documental, y la película fue retirada a instancias del Gobierno francés.

Se le ha achacado un planteamiento de imágenes demasiado descarnadas que en ocasiones más que describir han sido directamente buscadas y colocadas por el propio director para obtener un efecto emocional mayor. En este sentido, Las Hurdes, Tierra sin pan es fiel al espíritu surrealista de sus obras anteriores, ya que Buñuel exagera determinados momentos buscando precisamente un impacto mayor en el espectador. La imagen de la cabra despeñada o del burro, atado de patas, y comido por los insectos, forman parte del universo del cineasta. Eso unido a momentos en los que la denuncia social se hace explícita confieren al documental el valor de una obra maestra.

Os dejo aquí una opción para poder verlo (hay otras):


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