En 1940, un presunto escritor de nombre Jaime de Andrade escribió “Raza, anecdotario para el guión de una película”. Unos meses después, esos apuntes, se convertirían en una película, Raza. Pero tras esta obra de ensalzamiento al espíritu fascista español se escondía un misterio que se desvelaría en 1964. En ese año, el novelista y argumentista de “Raza” pidió su ingreso en la Sociedad General de Autores, la SGAE. Y ese año se supo –oficialmente, ya que desde el principio era el típico secreto a voces– que tras el seudónimo de Jaime de Andrade se escondía Francisco Franco Bahamonde, también conocido como “El Generalísimo”.
Fueron sus veleidades cinéfilas y artísticas las que llevaron al dictador a escribir unos apuntes, como él mismo bautizó el escrito, sobre los orígenes de su vida militar en África, los inicios de la Guerra Civil y su posterior desarrollo. Ese boceto fue corregido, en estilo y en otros apartados, por los periodistas y escritores Manuel Aznar y Manuel Halcón. Y Franco decidió poner en marcha la maquinaria del régimen para producir una película. (algo sencillo si tenemos en cuenta que era él mismo quien lo controlaba).
El primer paso para esta superproducción española, fue elegir director. Para ello se pidió a varios directores –unos dicen que a tres, otros a más– que detallaran cómo serían los primeros cien planos de la película. Todo sin desvelar el origen y el autor del proyecto, por supuesto. Y sería José Luis Sáenz de Heredia el que finalmente se lo quedase, cuentan que por dos motivos. El primero porque fue el único que puso pegas al guión y realizó correcciones al mismo. Y el segundo por sus vínculos falangistas: era primo del fundador de Falange, Primo de Rivera.
LA SUPERPRODUCCIÓN
La película narra la historia de 4 hermanos: José, el héroe militar, dado por muerto en un fusilamiento –el propio Franco fue dado por muerto en África–; Isabel, la niña modelo; Jaime, que seguirá la vocación religiosa y se convertirá en un mártir; y Pedro, el dubitativo político republicano q acaba renegando de sus amigos y se pasa a los fascistas –Ramón Franco, hermano del dictador–. Los cuatro son hijos de Pedro Churruca, capitán de navío muerto en la guerra de Cuba, de forma heroica, alter ego soñado del padre de Franco.
Del rodaje se cuentan muchas anécdotas. La que más ha corrido y mejor prensa ha tenido la detalló uno de sus protagonistas, Alfredo Mayo. Según el actor, todos los días llegaba un motorista de El Pardo con instrucciones precisas sobre cómo se debían rodar la secuencias. Vamos, lo que se conoce como un plan de rodaje. Unos años después, el propio Jose Luis Sáenz de Heredia matizó que eso era mentira, entre otras cosas, apuntó el cineasta, «porque sería imposible sostener un rodaje en esas condiciones y que en todo caso, las consignas se daban a principio de una película y se seguían o no se seguían». En el caso de Raza, algunos apostamos por lo primero.
Franco también dejó bien atada la producción. Para poder financiarla sin problemas eligió al Consejo de la Hispanidad, un organismo que dependía directamente del Ministerio de Asuntos Exteriores. Creó la Sección de Cinematografía y en ella colocó, por supuesto, a un militar: el almirante Jesús Fontán Lobe , casualmente el que fuese responsable de la Casa Militar de Franco y Jefe de los Servicios Secretos.
Su primera versión, la de 1941, nace en una época victoriosa para el Franquismo y el Nazismo: por eso se legitima el Golpe, se da rienda suelta a las teorías sobre una raza única de españoles –almogávares y descendientes– y se defiende la religión católica como única verdadera y universal. Por eso, pasada la etapa de euforia fascista, entrados ya en otra anticomunista, protagonizada esta vez por la imperante guerra fría –EE.UU. frente a URSS–, las autoridades cinematográficas españolas decidieron remontar la película eliminando una serie de alusiones polémicas. Se quedaron fuera, por ejemplo, las referencias a la falange, los saludos fascistas y las menciones críticas hacia Estados Unidos durante la Guerra de Cuba. Franco intentó por todos los medios destruir todas las copias de la primera versión, pero por suerte para todos, cinéfilos, espectadores e historiadores, en 1993 la Filmoteca Española adquirió una copia, que aunque incompleta y en mal estado, permitió comparar ambas versiones. En 2002 la Filmoteca editó finalmente un dvd con las dos versiones, gracias a otra copia recuperada en la Cinemateca berlinesa, esta vez en perfecto estado.
La película fue un éxito. De crítica, obvio teniendo en cuenta quien era su guionista, y de público. Costo 1.775.119 pesetas y en cuatro meses las contrataciones eran por un valor total de 1.802.150 pesetas, lo que supone que a principios de mayo ya había un beneficio de 27.031 pesetas.
Además de encumbrar a su director, convertido en director casi oficial del régimen –recibió varios premios del Sindicato así como permisos y otras prebendas–, Raza sirvió para que dos de nuestros actores encontrasen su lugar en el “star system” patrio: Alfredo Mayo –cobró 15.000 pesetas–, que ya había protagonizado ¡A mi la legión! se convirtió en galán por excelencia, el actor que encarnaba todas las virtudes del régimen; Ana Mariscal –15.000ptas–, la sempieterna novia casta, religiosa y educada.
Se cuenta que el dictador quiso hacer una secuela –no de la dictadura, sino de la película– en la que el protagonista se alistaba en la conocida División Azul. Pero como las cosas no acabaron muy bien para los nazis –afortunadamente–, Franco abandonó la idea.
Muchas de las cosas que aquí cuento, están detalladas, con muchísimo más rigor, en el estudio de Magí Crusells Franco, un dictador de película: nuevas aportaciones a Raza, para el Centre d’Investigacions Film-Història Universitat de Barcelona y también en el magnífico libro de Romà Gubern Raza: un ensueño del General Franco.
Os dejo aquí un enlace donde ver la película en la web de RTVE: