Los fantásticos y azarosos mundos de Edgar Neville.

LAVANGUARDIA_G_2295146781-444-kAgB--656x977@LaVanguardia-WebCulto, inteligente, y a la vez castizo, un madrileño cien por cien, amante del teatro, de la literatura, y por supuesto de la buena mesa, costumbres debidas a su cuna noble y aristocrática, un joven que se dedicó a lo que le “permitía” en aquel momento su adinerada posición: la diplomacia. Así era Edgar Neville, también conocido como Conde de Berlanga del Duero, un bon vivant que hizo casi de todo y que probó suerte en casi todas las artes, aunque fue en tertulias, páginas de humor, y finalmente en el cine donde mejor encajó su ingenio.

Tras probar suerte con el teatro, Neville viajó hasta Estados Unidos para ejercer de secretario en la Embajada de Washington. Estancia que aprovechó para trabar amistad con estrellas de Hollywood como Douglas Fairkbans, Mary Pickford o Charlie Chaplin, quien le consideraba el mejor de los conversadores. Allí, en medio de la farándula es donde el futuro cineasta disfrutó plenamente de los años 30 con algunos de sus amigos españoles, entre ellos Tono (caricaturista) o Miguel Mihura, combinando sus correrías con su trabajo como guionista para las versiones hispanas de Hollywood

No sorprende que sus primeras películas sean adaptaciones de obras literarias –“El malvado Carabel” (1935) y “La señorita de Trévelez” (1936)– aunque su carrera, como tantas otras, se vio truncada por la Guerra Civil. Entre otras cosas porque pasó del partido de Azaña a espiar para los franquistas. A pesar de sus creencias –más agnóstico que religioso– y sus amistades literarias, Neville puso su talento a las órdenes del bando nacional realizando documentales. Es en esos años cuando conoce a la que sería durante muchos años su musa y amante, Concepción Carro, que muy pronto cambió su nombre por el más artístico de Conchita Montes. Ella influyó para que Neville no fuese fusilado por los republicanos durante los primeros años de la Guerra Civil.

Pero el mejor cine de Neville llega a principios de los 40. Su primera obra importante será “La torre de los siete jorobados” (1944), a la que seguirán “Domingo de Carnaval” (1945), y su obra cumbre, quizá la mejor película de Edgar Neville y una de las mejores de esta etapa, “La vida en un hilo” (1945).

“La torre de los siete jorobados” (Edgar Neville, 1944)

En ella volcó muchos de sus conocimientos y sus pasiones por el cine de Fritz Lang y de otros expresionistas alemanes en esta su primera película importante. “La torre de los siete jorobados” es la adaptación de la novela homónima de Emile Carrere (1881-1947), una especie de autor de éxitos folletinescos y de misterio, que le sirve al director para construir, tal vez, una de las primeras películas del género fantástico de nuestro cine.

Utilizando de forma libre el material de Carrere –novela que para muchos es obra de un “negro”–, el director construye una fábula entre lo gótico y lo fantástico en la que su protagonista Basilio –interpretado por un impasible e inocente Antonio Casal–, vive acosado por la presencia del fantasma del Doctor Mantua. Según le relata el espíritu, bajo la ciudad de Madrid se encuentra otra ciudad subterránea en la que una organización de jorobados se dedican a siniestras actividades criminales. Allí, se encuentra secuestrada Inés, la hija del doctor. Basilio, a medio camino entre el héroe forzado y el caballero sainetesco, decide rescatar a la dama.

Las licencias que Neville se tomó tienen más que ver con su sentido comercial, agudizado durante sus años en Hollywood, que con los enfrentamientos con la censura de la época, ya que el cineasta hizo caso omiso a las recomendaciones del tribunal.

La película mantiene vivas las influencias del cine alemán de la época –el propio argumento nos remite directamente al “El testamento del Dr. Mabuse” (Fritz Lang, 1933)– y las combina con el toque irónico y sainetesco del propio director. Su héroe, sin ir más lejos, poco tiene que ver con el inteligente y arriesgado Basilio de la novela, y acaba convertido en un ser atormentado e ingenuo.

Una mezcla extraña de géneros –misterio, fantástico, sainete–, con el que Neville probó suerte para ofrecernos una historia singularmente fantástica y misteriosa que merece la pena revisar con curiosidad.

b2d91a44d46f913cf2207827d330a0dc“La vida en un hilo” (Edgar Neville, 1945)

El argumento se lo debe Neville a muchas de las mejores comedias americanas. Una joven que acaba de perder a su marido abandona el pueblo en el que vivía. Durante el viaje en tren conoce a un adivinadora que más que predecirle el futuro, le ofrece una posibilidad mucho más sugerente: como habría sido su vida si un día, en la floristería en la que trabajaba hubiese tomado una decisión en lugar de otra.

Con esta historia de decisiones equivocadas, o acertadas, Neville aprovecha para lanzar dardos, que aunque refinados y levemente mordaces, muestran su visión de un modelo de sociedad burguesa rancia e hipócrita imperante en España. Así la protagonista, Mercedes, recibe críticas y reprobaciones por fumar o por bailar, o incluso por ser la mujer de un escultor y servirle a éste de modelo para algunas de sus obras. Entre sus protagonistas, de nuevo una discretísima –como actriz– Conchita Montes, pareja del escritor y cineasta desde su primera película italiana, “Carmen fra e rossi” (1939), Rafael Durán, otro de los galanes de la época, y Guillermo Marín. 

En contra de lo que se pueda pensar, el cine de Neville tuvo un éxito limitado. Que es casi tanto como decir que sus películas pasaron sin pena ni gloria. Quizá por eso, Neville tenía fama de ser un director barato. Previsor sobre el futuro de sus películas, prefería ahorrar en espacios, movimientos y demás recursos técnicos, apostando por secuencias estáticas y, por tanto, baratas de producción. Y sí su cine no fue reconocido en su momento, al menos la historiografía le ha colocado en su justo lugar: el de un director inteligente, imaginativo, excelente guionista y estructurador, capaz de emular lo mejor de las comedias de Lubistch

Os dejo aquí más información sobre el cineasta: https://www.rtve.es/alacarta/videos/dias-de-cine/50-anos-sin-edgar-neville/3998044/ 


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